domingo, 15 de abril de 2018

PORQUE LO IMPORTANTE ES EL HECHO

Hoy cumplimos tres meses y medio viviendo en Buenos Aires. Con el duelo en mejores condiciones, parece estar llegando el momento de reconocer nuestro entorno menos apasionadamente. O, en palabras de mi sabio hermano Juan Bautista, la luna de miel ya va pasandito. 


Sirva, entonces, esta clase magistral de Les Luthieres sobre Shakespeare, como abreboca de los muchos desencuentros en nuestros lenguajes argentino y venezolano. Dejemos que Les Luthieres, estos argentinos universales, nos lleven de la mano en lo argentino. Nosotros, por este lado, pondremos la contraparte venezolana en este boceto de estudio linguístico que, la verdad, tampoco intenta serlo con ningún exceso de rigor académico. 

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Y sí, habernos venido a vivir en Argentina ha tenido sus bemoles léxico gramaticales. Veamos.

A uno le parece que hablar en castellano es, naturalmente, hablar venezolano. Es verdad. Sólo que hablar argentino también lo es. Para completar nuestro desconcierto, tampoco conocemos el casi dialecto que se habla en Buenos Aires, y constantemente nos sorprenden los giros que la lengua castellana da por estas latitudes. 

Por ejemplo, después de los más estrepitosos chascos sufridos en la calle buscando direcciones, hemos aprendido a no pedir nunca indicaciones a la gente que ande por ahí. Antes de entender esta máxima casi de primeros auxilios en esta nueva vida argentina, yo insistía una y otra vez "Vamos a preguntarle a ese muchacho, Corina". De nada valieron sus advertencias basadas en haber vivido ya en Buenos Aires, para disuadirme de que preguntara indicaciones y direcciones en la calle. 

Pues, o no entienden lo que pregunto, o yo no entiendo lo que me contestan. El resultado es casuísticamente aterrador. Casi el 100% de las veces que preguntas algo, llegas a otro lado, o a otra cosa, casi siempre muy diferente a lo que andabas buscando. 

Sabemos que la lengua tiene mucho que ver en todo este desencuentro. Por eso nos hemos puesto a escuchar e intentar comprender a la mayor velocidad posible. Revisemos algunos casos de nuestra vida cotidiana que hemos estado reuniendo para compartirlos. Las experiencias van desde comprar unas fundas de almohada, a ingenuamente preguntar al chofer del autobús que si va para tal o cual lado. 

Cuando intentas comprar un juego de sábanas, por ejemplo, y andas por ahí toda desorientada, vas buscando una buena tienda de lencería y andas preguntando por aquí y por allá. Entonces es cuando sucede lo inevitable, y sorpresivamente te mandan a lugares donde venden dormilonas, sostenes y pantaletas. Ante el equívoco, te vas de nuevo a tu improvisado guía, el peatón argentino, y le dices que no quieres nada de eso, le explicas de nuevo y entonces descubres que te mandaron a donde vendían corpinos y bombachas. Insistes en lo de la lencería, ahora con un poco más de cautela y explicaciones, y bueno, te mandan a donde venden ropa de cama y resuelto el lío. Pero, ahora sabes que nada de preguntar por lencería si estás buscando fundas de almohada.

A mi me encanta comer en la calle, pero pronto aprendes en Buenos Aires a leer y averiguar lo más posible, antes de ordenar comida en Buenos Aires. Por todos lados te ofrecen unos bifes de chorizo anunciados por aquí y por allá. Bife se entiende, más o menos, pero hechos con un chorizo, no. Te aventuras a pedirlo ese día que andas por la calle haciendo mil diligencias, y sorpresa de sorpresas, te traen un churrasquito limpio de grasa, con papas fritas. Bueno, por lo menos ésta la pegamos. Me sigo preguntando qué tiene que ver el chorizo con este plato. 

Dos días más tarde, intentando comprar un bolígrafo, la cosa se te vuelve a enredar. Hablando las dos castellano, la frustrada vendedora en la librería me pide que le apunte con mi dedo lo que necesito pues no me entiende. "Ah, querés una birome!". Bueno ahora lo sé. Aquí el bolígrafo no sólo se ha cambiado el nombre sino también es transgénero.  Una birome. Verifico en internet con la infalibre Real Academia de la Lengua, el portal del DRAE, y la birome está aceptado como castellano. Vamos mejorando y entendiendo mejor las cosas.

En las clases de corte y costura que tomo los miércoles también lo del lenguaje me ha hecho sacar canas verdes, Una franela se llama remera, la falda, pollera, la chaqueta, campera y el suéter, buzo. Además, a ninguna tela se le llama como la conozco. Qué lío.

A los muchachitos en esta tierra se les llama chicos. A los viejos, gente grande. A las mujeres les llaman minas. A los panas, pibes. En la calle, las aceras se llaman veredas y los autobuses, colectivos. Las maletas son valijas, los bombillos, lámparas, y estas últimas se conocen como veladores o veladoras. Las neveras no existen acá pues se llaman heladeras. El coleto es el repasador y el cloro, lavandina. Facilito entenderse, no es verdad? 

En la cocina la cosa es aterrorizante. La mantequilla no existe, sino le llaman manteca. Lo que nosotros entendemos como manteca aquí se le denomina grasa, y óleo es aceite. Todo con mucho sentido pero nuevo. Los pimentones se llaman morrones y los albaricoques, pelones. Los perros calientes aquí son los panchos. Nadie llama vegetales a los miembros de ese reino que no es ni animal ni mineral, nada de eso. Aquí todos los vegetales se llaman verdura, así nada más. Sin embargo, a los vegetarianos no les llaman verduleros. Tampoco es para tanto, supongo. Y si hablamos de la carne, acá un asado no es una carne puesta a cocinar en el horno, sino todo un complejo de pedazos del cuerpo vacuno, y aun del porcino, distribuidos en una parrilla para asarse a las brasas. El término también denota la reunión social motivada por este festín carnívoro, crudamente discriminatorio con los vegetarianos, habrá que admitirlo. 

Luego tenemos una lista infinita de adopciones extranjeras en el uso de la lengua castellana local. Por ejemplo, una larga mano italiana se nota por todos lados. La mozzarela aquí es la muzza, así con "u", y el trabajo es el laburo, así con "b" y también "u". Ni que hablar de que los varones se llaman unos a otros queridos y se besan los cachetes a cada encuentro a diestra y siniestra, en la calle, las oficinas y los cafés. Divinos. El italianismo alcanzó a las cervezas y acá se llaman birras.

Para gran sorpresa nuestra, a los ladrones les llaman chorros, con una "r" adicional a nuestros choros. Aquí nadie toca la corneta sino el claxon. El boleto del tren o colectivo, y también para la entrada del teatro, es el billete, y a las metras les llaman simplemente bolitas. Y hablando de eso, la palabra argentina boludo, tiene toda una larga lista de acepciones y usos locales, de la cual sólo tomaremos la definición nuestra de pendejo, para simplificar. 

Así las cosas, aquí lo importante pareciera ser el hecho y no la palabra, como tan acertadamente lo asegura Les Luthieres. Y el hecho cierto es que estamos en una vida extranjera que nos intentamos aprender para mejor y, también, para hacerla nuestra. 

Así entonces, los ves venir por la calzada, parecen conocidos hasta que sus voces te alcanzan y te pasan por un lado. Vienen hablando algo que te suena familiar porque también es castellano y lo sabes, pero no entiendes mucho de lo que se dicen estos dos peatones. Sabes que son latinoamericanos, eso se nos reconoce a leguas. Parecen venezolanos pero no lo son. Su acento los delata como locales. Son argentinos. Prestas mucha atención a lo que hablan e intentas entender las palabras y sus inflexiones.

Has emigrado. Aunque aún queda mucha luna de miel en el tintero, en esta nueva etapa, ahora estás en pleno entrenamiento.

Por cierto, Corina ha conseguido un buen trabajo esta semana. Es un magnífico comienzo con muy buen pié. 

Ahí vamos. Gracias por venir con nosotras. 



6 comentarios:

  1. Na'tan buena...

    Esta mañana apenas vi tu correo, lo abrí y lo leí en alto mientras nos tomábamos el café. Nos reímos a pata suelta; gracias.
    Tengo 28 años viajando a Argentina y casi 40 casado con una Argentina/Venezolana y ya me he acostumbrado a los modismos, pero al principio, igual que tú, me sorprendía de como un mismo idioma puede ser tan diferente. Hablando de la influencia Italiana en los argentinos, me acuerdo de un juego de futbol entre Italia y Argentina en un estadio italiano y cuando anunciaron los jugadores de Argentina, Maradonna, Batistuta, Valdano, Pasculli, Ruggeri.. un italiano se levantó frente a las cámaras y grito "somo tuti argentini qui!!!" Es decir, somos todos argentinos aquí!!!.
    Gracias por el sabroso abrir de domingo...

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    1. Qcarlos.
      Querido Juan, hoy finalmente descubro la razón por la cual no recibía los comentarios ni podía tampoco responderlos, mucho menos publicarlos.
      Resuelto!!
      Feliz último domingo de julio

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  2. La manera de alargar y estar de luna sin sabor amargo , es asombrarse de cada cosa que se asoma a nuestra mirada para sorprendernos , que además aprendemos y crecemos cada dia.... me encanta la manera de describir tus descubrimientos. Un abrazo, gratos recuerdos, saludos cariñosos para Corina, éxitos en sus nuecos retos....

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  3. Querida Elena
    Que cuento tan divertido y refrescante, inmediatamente nos transportó a una película actuada por Bill Murray y Scarlett Johansson “Lost in Translation”. De verdad que los idiomas son una vaina seria. A nosotros siempre nos llama la atención el voseo que utilizan ustedes en el sur, especialmente en las canciones.
    Hoy por cierto tuvimos que llamar a un cliente en España por que la dirección para nosotros parecía estar incompleta. Decía así: JOSE MIGUEL BARANDIARAN DH34 San Sebastián. Pensamos que José Miguel Barandiaran era el nombre del cliente y así preguntamos por él, creándose una situación de confusión total. Lo peor era que ambos hablábamos el español y no nos entendíamos. Yo insistía: Se encuentra el Sr José Miguel Barandiaran y al otro lado contestaba: No, aquí habla Andrés. Total, después de varios minutos y varios “vale” nos dimos cuenta de que el Sr Andrés vivía en la calle José Miguel Barandiaran. Por cierto, también aprendimos el DH significa “hacia la derecha”.
    Un beso
    Los YUras.

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    1. Jajajajaja .... Lo había leído y me reí mucho igualito que laprimera vez. Insisto, deben abrir un blog de Yurassiclas.

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