viernes, 29 de enero de 2021

CATARATAS

 

Cataratas y otros eventos de la madurez

"La libertad solo se obtiene a costa de la incertidumbre"

                                                           Zygmunt Bauman

 

Es fácil entender que cuando operan tus ojos de cataratas, y luego te insertan en lugar del cristalino opaco una eficiente lente multifocal, recuperes la visión de hace lo menos cuarenta años. Mientras tu primer ojo operado se recupera del trauma sufrido en quirófano, y tú también, lo que parece un poco más complicado de asimilar es el hecho simple de volver a ver bien.

Escribo todos los días desde hace mucho tiempo. Lleno cuadernos y libretas de mis notas madrugadoras, una suerte de compendio del día anterior, de planes y sueños para los días por venir, observaciones del entorno, quejas, lamentos y alegrías acerca de la vida diaria. Cada día cuando abro los ojos y me voy adaptando lentamente al cambio del sueño a la vigilia, estiro el brazo y apago la máquina CPAP para respirar bien mientras duermo, suelto de sus velcros las tiras que sostienen esa máscara que ya forma parte de la noche sobre mi cara, y busco el celular para ver la hora. Cada despertar lo mismo, día tras día, donde quiera que esté, cada mañana. Los lentes de lectura aparecieron cerca de los cuarenta, y desaparecieron la semana pasada.

Desde muy jovencita, por allá al comienzo de los años setenta, me sedujo el bordado. En El Libro Italiano, en Sabana Grande, conseguía revistas Mani di Fata que conservo a pesar de las decenas de mudanzas, varias inclusive de país. Así será la pasión por este oficio. Un vicio de telas, hilos y agujas. Lentes de presbicia también para dar puntadas y a veces coser a máquina.

Cargo un libro de turno siempre que vaya a donde haya que esperar. Desde que los celulares ocupan casi todo el ocio en los tiempos de espera, es más de bicho raro eso de sacar un libro y ponerse a leer. Los libros también han estado siempre ahí, casi los mismos, desde la carrera de Letras hasta el día de hoy.

Cuando llegas casi a los setenta años, un día caes en cuenta que tienes mucho que ver hacia atrás, Algunas miradas son muy gratas, otras te traen tristeza y también hay ahora certidumbres que nunca estuvieron allí, certezas que han sustituido a ciertas preguntas, y en mi caso, un apego y un desapego que se mantienen en una nueva pugna por convencerme de qué conservar, dónde vivir y a quién seguir amando, La vejez es de todo menos aburrida. 

 

Caracas, 22 noviembre 2020